Superlativo 2008

La Fuente de las sonrisas fue mi segundo encargo para obra pública, por lo que me pareció conveniente encargarme personalmente del agrandamiento de la escultura. Al tener en el estudio todas las bocas que iban a conformar la obra, esculpidas con gran realismo, me sentí abrumada por una presencia. Eran las sonrisas de los amigos que habían prestado su boca para ser modelos de la escultura — habituales cómplices incógnitos de mis experimentos escultóricos. Los invité a que posarán en mi taller con solamente un banquito y la escultura de su propia boca, ahora diez veces su tamaño. De este encuentro inhabitual en un momento privilegiado de creación compartida, nació la serie de Superlativo.

En ella la boca, a pesar de ser muy familiar, se vuelve un extraño y estorboso objeto al que el modelo mismo de tal elemento corporal se está confrontando, haciendo énfasis de su propia intimidad, la cual se revela dentro del rango simbólico expresivo de todo lo que representa una boca humana.

Galería Superlativo