Serie Reconciliación

OÍR LA ONDULACIÓN

Hay que creer en la transformación. Creer en la transformación es crear. Es hacer, de los múltiples hallazgos de este mundo, un nuevo mundo: un cosmos.
Es decir, una unidad armónica sostenida en sí misma, sustentable por su propia lógica interna.
La obra escultórica de Claire Becker inspira el sentido de estas palabras, porque estamos ante una obra de ligazones, de insólitos vínculos analógicos, de sorpresivos, meditados encuentros.
Esos encuentros, casi siempre, tienen lugar en el territorio del cuerpo. El cuerpo humano, el cuerpo femenino: el cuerpo del hallazgo.
Pechos que son peras púberes, alzados e irrumpiendo en la gravedad del espacio. Orejas que son sexo, vulva abierta al sentido del sonido, a la posible palabra que penetra, o a la música, que es otra forma de decir palabra, lenguaje, puente entre uno y otro silencio.
Silencio, sí. Porque la obra de Claire no grita: murmura, susurra más bien algo a los sentidos atentos de aquel que se acerca y sabe oír.
Saber oír es saber ver. Por eso, primero, antes que nada, oímos la ondulación. Porque los bronces de Claire Becker ondulan, serpentean en su aparente solidez. No hay solidez: hay etérea danza. Y, a veces, esa danza se transforma en vuelo. Una escultura que remite a la carne – como la de Claire - remite, también, a la sexualidad, al abrazo amoroso de los cuerpos, a esas nupcias entre el principio masculino y el femenino que, como el yin y el yang, funden los complementarios en el sinónimo círculo de la Unidad. No es otra la búsqueda de esta artista: la unidad de lo diverso. La identificación del cuerpo como naturaleza, no pecaminosa, sino sagrada. De ahí que su escultura rezume una sensualidad difícil de describir. Lo natural es sagrado. Y aquello que nos conmueve y nos conmina a la emoción, es natural, es sagrado. No hay contradicción entre el cuerpo y el espíritu, entre la materia y la emanación. Este grado, este alto grado de poesía, no es frecuente. Es una gracia. Un don que Claire Becker ahora nos comparte y que, agradecidos, aceptamos compartir.

Víctor Sosa 

Galería RECONCILIACIÓN